31 Ago 2025, Dom

Más allá de las cifras, lo que el país necesita son obras

Hace pocos días el Gobierno Nacional presentó al Congreso de la República el último presupuesto de su cuatrienio. Allí se detallan los ingresos y gastos proyectados para la vigencia 2026. Tal es el centralismo en el recaudo tributario y el gasto fiscal del país, que desde las regiones debemos seguir con atención qué se aprueba y cómo se apropian los recursos. Vale recordar que el centro recauda cerca del 81% de los impuestos, mientras los departamentos apenas el 5% y los municipios el 14%; en contraste, el gasto se concentra en un 68% en el nivel central, un 9% en los departamentos y un 23% en los municipios.

En ese contexto, me preocupan dos elementos del proyecto de Presupuesto General de la Nación (PGN) 2026. El primero es que una parte de los ingresos proyectados provendría de una reforma tributaria aún no formulada ni presentada; y el segundo, la baja relevancia de la inversión dentro del PGN.

En cuanto al primer punto, de los COP 556.9 billones que conformarían el PGN 2026, se espera que COP 26.3 billones provengan de una eventual reforma tributaria que el Gobierno llevaría al Congreso. Una iniciativa de semejante magnitud, en el último año de gobierno y en un contexto preelectoral, enfrentará sin duda un camino difícil para su aprobación.

La segunda preocupación está directamente ligada a la primera: la baja proporción de inversión. Incluso contando con los recursos de la reforma tributaria, la inversión proyectada llegaría a COP 88.7 billones, es decir apenas el 15.9% del presupuesto total. El resto se destinaría a funcionamiento y servicio de la deuda. Este porcentaje ubicaría a 2026 con la tercera proporción más baja de inversión en los últimos once años, solo por encima del 2020 (14.2%, año de pandemia) y del actual 2025 (15.2%). Y lo más delicado: si la reforma tributaria no se aprueba o se aprueba en una menor magnitud, será precisamente la inversión la que sufra los mayores recortes.

Si miramos por sectores, las cifras hablan por sí solas. A precios constantes de 2026, la inversión en el sector agropecuario sería de COP 3.1 billones, cuando en 2015 fue de COP 5.83 billones; en ciencia y tecnología sería de COP 0.35 billones, frente a COP 0.59 billones en 2015; en deporte, de apenas COP 0.24 billones, comparado con COP 0.72 billones en 2015; y en vivienda, de COP 2.58 billones, frente a COP 4 billones en 2015. Una clara regresión en áreas claves para el desarrollo.

Sin inversión no hay futuro. Desde las regiones, y en particular en Córdoba y la región Caribe, hemos hecho la tarea: hemos fortalecido los recaudos propios y hemos aplicado una focalización inteligente del gasto. Prueba de ello es que en 2024 Córdoba registró la mayor tasa de crecimiento de toda la región. Pero el músculo financiero de la Nación es insustituible.

Por eso mi invitación es clara: el Gobierno debe revisar los gastos de funcionamiento y redirigir recursos hacia la inversión, pues es allí donde se transforma la vida de la gente.

Obras son amores, y no excusas para no invertir. Los colombianos y las regiones estamos a la espera de proyectos que trasciendan y construyan futuro.

*Gobernador del Departamento de Córdoba y Presidente de la Federación Nacional de Departamentos

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