Medellín, 17 de septiembre de 2025 – El caso de Nairkel, el niño de 4 años que murió tras una brutal golpiza en Medellín, ha generado conmoción nacional y abrió un debate sobre la violencia intrafamiliar y la vulnerabilidad de los menores en entornos criminales.
El pequeño fue ingresado al Hospital General de Medellín el pasado 13 de septiembre con graves lesiones ocasionadas, según las investigaciones, por su padrastro identificado como alias “Lámpara”, integrante del grupo delincuencial Los Mondongueros. A pesar de los esfuerzos médicos durante tres días, el menor falleció el 16 de septiembre.
Según relató su madre en entrevista con la periodista Sindy Vanegas, la noche anterior al ataque, Nairkel le pidió entre lágrimas: “Vámonos de acá”. El testimonio refleja el desespero del niño por salir de un hogar donde, de acuerdo con los reportes, sufría constantes maltratos.
La mujer confesó que vivía bajo un círculo de violencia y amenazas por parte de su pareja. Reconoció que incluso intentó encubrir al agresor por miedo a represalias, lo que retrasó la denuncia directa del responsable.
La Fiscalía reveló que alias “Lámpara” no solo agredía al niño, sino también golpeaba y amenazaba a la madre, presionándola para guardar silencio. Además, investigaciones señalan posibles vínculos entre el padrastro y el padre biológico de Nairkel en actividades ilegales, lo que expone la compleja situación en la que crecía el menor.
Alias “Lámpara” fue capturado por la Policía Metropolitana y deberá responder por homicidio agravado y violencia intrafamiliar. El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, calificó el crimen como un hecho atroz e instó a la justicia a aplicar las penas más severas.
La muerte de Nairkel revive la discusión sobre la protección efectiva de los niños en Colombia. Organizaciones sociales y expertos en infancia exigen fortalecer las rutas de atención para víctimas de violencia intrafamiliar, garantizar medidas de protección inmediatas y blindar a las madres que enfrentan presiones de grupos criminales.
“Este caso debe ser un punto de quiebre. Ningún niño debería suplicar que lo saquen de su casa para salvar su vida”, expresó una vocera de la Red de Infancia de Medellín.
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